viernes, 17 de junio de 2011

PRODUCTO 14:

VERSION  FINAL  DE  LA  SITUACION  PROBLEMA

La toma de la alhóndiga.
Por: Luis Manuel Pérez García
Después de que Miguel Hidalgo llamó al pueblo a las armas en el ya famoso grito de Dolores, se dirigió a San Miguel el Grande, reclutando seguidores a la causa en su camino, su meta en ese momento era tomar la entonces importante ciudad de Guanajuato, a la que llegó en la madrugada  del día 28 de septiembre de 1810.
La clase adinerada de Guanajuato, había tenido una reunión  de consejo el día 19 de septiembre porque preveían que el movimiento insurgente llegaría a su ciudad y que los habitantes de esta lo apoyaran, en esa junta acordaron que no huirían a la ciudad de México sino que pedirían apoyo a las tropas realistas para que acudieran a defenderlos, y mientras resistirían en la ciudad el mayor tiempo posible, las mujeres niños y personas que no tuvieran conocimientos militares se encerrarían en una gran bodega recién construida  a la que llamaban la Alhóndiga ya que era un edificio reforzado que podía garantizar la seguridad de quienes estuvieran ahí, pensaron que con estas medidas nada podría salir mal para ellos.
Hidalgo tenía una amistad de varios años con el intendente Riaño, así que en nombre de esa amistad le mandó una carta donde le pidió que se rindiera y evitar así su muerte y la de los que estaban con él.
Por lo que el intendente mando a llamar a sus comandos militares y les contó lo que Hidalgo les proponía, después de un intenso debate, concluyeron que la mejor manera para evitar un enfrentamiento sangriento entre los realistas y los insurgentes, era precisamente entregar la Alhóndiga sin luchar en contra de los enemigos.
De inmediato enviaron una carta con un mensajero a Hidalgo, en el cual le comunicaban su rendición y como muestra de hospitalidad también le mencionaban que por la tarde se  haría una gran fiesta para celebrar el triunfo del dialogo, por sobre el de las armas y la refrendar la gran amistad de Hidalgo y Riaño.
La fiesta fue todo un existo y se extendió hasta altas horas de la madrugada, ahí realistas e insurgentes comieron, bebieron y bailaron juntos, todos eran como una gran familia. Al amanecer Hidalgo y su ejército se despidieron de los españoles y les agradecieron su hospitalidad, entonces se dirigieron rumbo a Guadalajara, donde esperaban que todo saliera igual que en Guanajuato. 

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